por Alan Fernando Padilla Ávalos
Un pueblo chico
En el pueblo de San Miguel Canoa en el estado de Puebla, el monopolio de la iglesia divide y confunde a la población, debido a que si bien la institución trajo agua y luz eléctrica a la región y algunos la ven como algo bueno que llegó al pueblo, el párroco tiene influencias políticas y les quita sus tierras a los campesinos, la sociedad sigue pobre, marginada y analfabeta, lo que consigue que haya enemigos del párroco.
Mientras en la Cuidad de México las huelgas y las marchas estudiantiles mantienen al país en protesta, en el pueblo de San Miguel Canoa, la autoridad del párroco hace ver a los habitantes que dichos estudiantes son incongruentes y los encasillan bajo la concepción de “comunistas”, llenando de miedo a la población del pueblo de que los estudiantes podrían venir a realizar destrozos. Desafortunadamente unos alegres jóvenes se dirigían allí deseando pasar unos días de aventura.
Un Malentendido
Es así, que los jóvenes empleados de la Benemérita Universidad de Puebla sufren la ira de un pueblo motivado por defender lo único que tienen, bajo ideas falsas, mientras ellos descansaban y esperaran a que mejorara el tiempo para poder subir el cerro de la Malinche, todo sucediendo en el aniversario de la Independencia de la nación. De primeras escenas tranquilas y alegres, la muchedumbre y la violencia vuelve tensa la película, donde al final nos aparecen imágenes del suceso de la vida realidad.
Canoa expone la manipulación de la población mediante la tergiversación de la información y las creencias religiosas, aunque en trasfondo de la cultura misma, que trae consigo comportamientos o modos de vida poco tolerantes con otras costumbres, quizá por sentimientos patrióticos, racistas, o quizá solo por miedo, como nos lo hace ver Canoa.